martes, 1 de noviembre de 2011

CAPITULO IV. El corcho en Santa Olalla del Cala

La Saca del Corcho

El corcho es la corteza del alcornoque (quercus suber), árbol longevo que habita en zonas de climas mediterráneos, en las dehesas; en Andalucía convive con la encina (quercus rotundifolia) y el quejigo (quercus canariensis). En Santa Olalla del Cala, el corcho es un recurrente económico importante, aunque no hay datos exactos de su producción interanual.

En grandes cifras, España produce el 32% del corcho del mundo y Andalucía aporta casi el 50%, seguida por Extremadura y Cataluña. Las provincias de Cádiz y Huelva son las más ricas en esta materia prima. En 2010 y según datos de la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía, la provincia de Huelva produjo 7.692 toneladas de corcho, el 21 % de la producción total de Andalucía (37.410 toneladas).


A la extracción de la corteza del alcornoque se le llama "Saca" y se realiza con una frecuencia de nueve años. La primera saca se hace a los 25 años de vida del árbol, aunque este corcho es de baja calidad y se le llama "bornizo"; es a partir de la tercera saca cuando el corcho adquiere buena calidad (calibre, porosidad, etc.).

La saca es un proceso totalmente manual y sostenible, sin producir daño al árbol, mediante cortes longitudinales y horizontales para formar las "planchas" que se despegan del tronco con la ayuda del mango del hacha y de pértigas.

El corcho, por su estructura molecular, hace del alcornoque un árbol de gran valor ecológico por retener grandes cantidades de CO2 (dióxido de carbono), materia culpable de la contaminación y del cambio climático. El alcornocal genera a su alrededor un ecosistema que produce casi 400 especies, entre fauna y flora.




























Como todos los años, en los meses de verano, "las cuadrillas de la corcha" se dan cita al despuntar el día; sacadores o hachas, cortadores y apiladores se ponen manos a la obra para desnudar a los alcornoques bajo la atenta mirada del dueño de la finca.

Podan las ramas y dando cortes limpios con las hachas van separando el corcho por zonas. De arriba al centro, para acabar con las partes de las bajeras, al pié del árbol.

Por parejas, uno arriba y otro en el suelo, perfectamente coordinados van desprendiendo la corteza del alcornoque; trozos grandes que ya en el suelo el cortador irá dividiendo en planchas, que los apiladores irán cargando en el tractor para llevar a la pila.



















































Así, alcornoque tras alcornoque, continúa la faena de la saca, jornada tras jornada, hasta acabar en la finca.






















Una de las aplicaciones importantes del corcho es la fabricación de tapones. Sus características y propiedades particulares le convierten en la tapadera perfecta para conservar el vino y esos otros caldos espirituosos tan amables y deliciosos para el paladar. A día de hoy, no hay material que supere al corcho en esta aplicación. El tapón de corcho evita la oxidación y permite la microoxigenación. Hasta su sonido al salir de la botella es agradable, sobre todo si se trata de botella que contiene un gran reserva o un buen espumoso.

Esta cualidad de tapadera ideal también se produce en su origen, en la dehesa, cuando aún forma parte del árbol, pues su cualidad de ignífugo preserva al alcornoque contra incendios y otras adversidades, a la vez que aisla (otra cualidad importante) y conserva al tronco durante los nueve años que dura el proceso regenerativo. Ahí también tapa y oculta.

Lo que el corcho tapa en la dehesa















































































La Saca del corcho influye y cambia el paisaje de la dehesa de manera que, durante dos años, los colores de los alcornoques irán cambiando desde el amarillo anaranjado, pasando por el rojo retinto, hasta tomar nuevamente el gris de la corteza.


Aspecto y tono del alcornoque a los cinco meses de la saca:








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