La Ribera del Cala tiene su nacimiento en tierras colindantes de los términos municipales de Monesterio (Badajoz), Arroyo Molinos de León y Cala (Huelva). Marcando el límite entre las provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla, baja hacia el sureste; pasa por las cercanías de Cala y Santa Olalla y llega a tocar el término de El Real de la Jara, ya en la provincia de Sevilla. Entra en el de Almadén de la Plata, mientras delimita las provincias de Huelva y Sevilla, y luego en el de El Ronquillo. Sus aguas se embalsan en esta última localidad, en la presa denominada “Los Lagos del Serrano”. Continúa su curso sureste hasta confluir con la Ribera de Huelva, que después vierte sus aguas en el Guadalquivir.
La Ribera del Cala, a su paso por Santa Olalla tiene un cauce muy irregular dado que transcurre por zonas rocosas en gran parte de su trazado. Granito y roca caliza son los obstáculos que el Cala tiene que sortear, creando zonas de oquedad y modelados de formas caprichosas por la erosión y la fuerza de sus aguas. Cuevas y huecos perfectos para el hábitat de muchos peces, galápagos y culebras de agua. La vegetación en estas zonas es escasa, tan solo entre las rocas más cercanas a las orillas crecen algunas plantas aromáticas como el tomillo y el romero, siendo muy abundantes los musgos y líquenes en las superficies de las rocas.
En algunas partes de estas zonas se producen pequeños lagos de cierta profundidad, donde la población de su fauna acuática es mayor.
Pero no todo su recorrido es angosto y abrupto,
Es zona de difícil penetración para el hombre y depredadores, sitio perfecto para el refugio de otras especies. Ranas, tritones, camaleones, arácnidos y sobre todo muchos mosquitos se concentran en estas zonas. Es el sitio donde el barbo llega rio arriba para desovar.
Aquí convive el junco con el árbol de rivera como el sauce y el chopo. En las pequeñas paredes de tierra de su cauce, anida el abejaruco en primavera para migrar de adulto hacia tierras africanas al llegar el otoño.
Son tres parajes diferentes, tres maneras de manifestarse La Ribera del Cala a su paso por Santa Olalla, e influir en su medio ambiente. Tres paisajes distintos, que contrastan a su vez con la vegetación y arboleda de la dehesa, encinas y algún alcornoque, tierra pobre para la labor pero muy rica en pastos, gracias al clima de la zona y a sus lluvias abundantes de invierno y primavera.
Toda la cuenca de la Ribera del Cala a su paso por Santa Olalla discurre por zonas totalmente de campo y de la dehesa, donde la mano del hombre no existe; no hay actividad alguna salvo la ganadera y no en todo su recorrido. Es por tanto un trazado donde las modificaciones y las erosiones al medio ambiente son puramente naturales.
La Ribera del Cala y la dehesa de Santa Olalla conforman una simbiosis perfecta, un acuerdo especial para generar diferentes paisajes, perfectamente ordenados y equilibrados a lo largo de su recorrido. Zonas de roca con recovecos, escarpadas y caños de corrientes, hacen un trazado angosto donde el sonido de las aguas es el complemento a la belleza del paisaje y al canto de las aves del lugar.
Los aromas del tomillo y del romero de la Ribera se enriquecen con el del poleo y la manzanilla de la dehesa, mientras se oye al Martín pescador y al abejaruco en el chopo de la rivera. La cigüeña negra levanta el vuelo, mientras el sol en su camino hacia el ocaso tiñe de dorado las copas de las encinas.
Es un paisaje completo, bucólico y casi perfecto; es la imagen ideal, el lugar del que nunca te quieres ir. Es la Naturaleza en su estado puro.
Es la Ribera del Cala a su paso por Santa Olalla del Cala.
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